Mujeres del Opus Dei en Kenia

TERESA TEMES HA TRABAJADO 30 AÑOS EN KENIA A FAVOR DE LA PROMOCION DE LA MUJER

En el año 1960 un grupo de seis chicas jóvenes recibieron una petición muy concreta de Josemaría Escrivá de Balaguer: acudir a Kenia con el objetivo de trabajar para la promoción de la mujer através de la educación. El país africano todavía era colonia inglesa y la población vivía dividida por su color de piel. Teresa Temes, con 23 años, era la única española del grupo y junto a sus compañeras llegó a un país marcado por la discriminación racial. Estaban dispuestas a poner en práctica las dos ideas que les había transmitido el fundador del Opus Dei antes de su partida: «No hay más raza que la de los hijos de Dios» y «todo lo que se haga a favor de la mujer será a favor del país». Teresa Temes vivió en África durante 30 años, hasta que en 1991 regresó a España por motivos de salud.

– ¿Qué es lo que más la sorprendió al llegar a Kenia en el año 1960?
La ciudad de Nairobi estaba dividida por razas, como África del Sur: barrios para blancos, para negros, para indios… Nosotras habíamos ido con la idea de educar a la mujer africana, pero ¿dónde poníamos el colegio?

– ¿Y dónde lo pusieron?
El gobierno declaró una zona de Nairobi como barrio multirracial, y allí, en un terreno de cinco acres de Nairobi, fundarnos Kianda College el 9 de enero de 1961. ¡Ya hemos celebrado 50 años de historia! Era una escuela de secretariado y administración porque nos dijeron que, como venía la independencia, se iban a quedar sin secretarias porque por entonces estos puestos los ocupaban las esposas de los que trabajaban para el gobierno británico. Nuestras primeras 90 alumnas eran chicas procedentes no sólo de Kenia sino también de Congo, Etiopía, Uganda… que ya habían seguido estudios en colegios misionales. Fueron las primeras 90 secretarias de todos los altos jefes cuando vino la independencia en 1964. ¡La de puertas que les abrió eso…!

– ¿Cómo fue recibido su colegio multirracial?
En un artículo publicado en Nation, un periódico de Nairobi, pudimos leer: «Revolución en Nairobi, ahora se pueden ver chicas de varias razas andando juntas por Nairobi.»A nuestras alumnas blancas les costó un poco al principio. Eran hijas de propietarios de plantaciones de té y café. Siempre nos pedían que, por favor, no las pusiéramos a compartir habitación con una negra. Y nosotras siempre les decíamos lo mismo: «No hay más raza que la de los hijos de Dios, si no quiere, que no venga.»

– La escuela iniciada en 1961 ha dado paso a otros doce proyectos, cobijados bajo Kianda Fundación. ¿Cómo fue corriendo la voz?
El tam-tam funciona. Tú educas a una niña de un poblado y lo saben a cincuenta quilómetros a la redonda. Cuando pudimos tener 200 alumnas, nuestra intención era hacer las inscripciones a lo largo de 3 días, pero al primero ya nos llegaron 300. Nos venían con la maleta y con la intención de entrar sí o sí en el colegio, porque había corrido la voz de que no las discriminábamos, que las ayudábamos y que además las cuidábamos para tranquilidad de sus familias. Además, desde la independencia, el gobierno africano vio la importancia de la mujer y nos ayudó mucho en nuestros proyectos. Creo que me he pasado más de la mitad de mi vida buscando profesoras por todas partes, hasta que a partir del año 1965 a las que veíamos que tenían más cualidades les dimos becas para ir a estudiar en Inglaterra, en Estados Unidos o en Irlanda y luego volvían con un contrato y el compromiso de trabajar dos años con nosotras. ¡En los años setenta ya teníamos a muchas africanas de profesoras!

17 julio 2011
Fuente: Catalunya Cristiana

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