>Conocí el Opus Dei en Ribeira, Galicia

>Mª Jesús cuenta cómo conoció el Opus Dei en Galicia
Poco tiempo antes de la canonización de san Josemaría se organizó en Ribeira una exposición sobre el entonces beato que, a través de fotografías y audiovisuales, reflejaban diversos aspectos del espíritu del Opus Dei y de la personalidad de su fundador. En uno de los paneles, el retrato de Mons. Escrivá de Balaguer con la foto de la Basílica de San Pedro al fondo, me pareció que me “invitaba” a acudir a su canonización, así que decidí asistir a la ceremonia con mi marido en octubre de 2002. Entonces tenía yo un comercio y, en su trastienda, nos reuníamos algunas amigas y primas para recibir unas sesiones de formación sobre doctrina católica y sobre cuestiones de actualidad, ya que necesitábamos criterio.

Llegó diciembre y estaba un poco inquieta, me planteaba la posibilidad de que quizá Dios quería que yo fuese del Opus Dei; pero, al mismo tiempo, era algo hasta cierto punto desconocido y tenía miedo a equivocarme. Coincidió que en esos días me encontraba mal de salud y no podía atender la tienda. Recé al Niño Jesús del belén de mi casa para que me ayudase a ver y a hacer lo que fuera mejor. Y así fue, y el día de Reyes, pedí la Admisión en el Opus Dei. Y desde entonces estoy muy contenta.
“Hay épocas de muchísima actividad, que llega a ser agobiante; pero la formación que recibo en la Obra me ayuda a mantenerme serena”
Cuando dejé la tienda para empezar a regentar una casa de turismo rural, me encontré un trabajo totalmente diferente, pasé a hacer todas las tareas de la casa y aunque me ayuda otra persona, Isabel, hay épocas de muchísima actividad, que llega a ser agobiante; pero la formación que recibo en la Obra me ayuda a mantenerme serena: la oración, el trato con Dios, me ayuda a sacar adelante mi trabajo con alegría. La carga es la misma, pero gracias a la Misa diaria, le doy un sentido trascendente al trabajo.
Mi marido y yo nos propusimos este proyecto porque queríamos fortalecer la vida familiar. Teníamos ganas de arreglar la casa, pero también buscábamos el mejor modo de ser útiles, de servir. Lo puse en manos de Dios y todo ha ido transcurriendo providencialmente, poco a poco con sus contratiempos y sus ventajas. Por ejemplo, teníamos mucha ilusión por tener una capilla y, gracias a que los contratistas retrasaron una año las obras, la capilla acabó por salirnos casi gratis…
Con los clientes intento, ante todo, ofrecerles lo mejor, ser lo más agradable posible, poner buena cara y referirme a Dios con naturalidad, aprovechando las oportunidades que me brindan. Estoy pendiente de facilitarles lo que puedan necesitar, me intereso por sus cosas y, la verdad es que con frecuencia me lo agradecen…

En esta casa también se organizan cursos de formación y retiros espirituales para estudiantes, seminaristas, etc… Como negocio, estas actividades no suponen mucho porque les cobramos un precio ajustado para que no dejen de hacerlo por cuestión económica. Para mí es una gran satisfacción contribuir así a la formación cristiana de la gente joven. Lo que más me gusta, es que podemos participar en la Misa y pensar que durante esos días tengo al Señor en mi casa. Me parece algo extraordinario. Me encanta cuando oigo decir a los chicos “¡qué bien se reza aquí!”.
“Su padre me comentó: me estoy fijando en que, a pesar de tanto trabajo como tienes, no pierdes la sonrisa: eres una persona creyente ¿verdad?: es que mi mujer querría hablar contigo…”
A los dos meses de abrir la casa, una agencia nos ofreció la oportunidad de que una productora rodara en ella una película de animación que estrenarán este año con actores famosos que nunca hubiera imaginado que llegaría yo a conocer. Durante esos días de rodaje, tuve la oportunidad de hablar con algunos familiares y acompañantes sobre sus inquietudes religiosas.
El año pasado vino una familia en Semana Santa, con dos hijos, el pequeño, que estaba sin bautizar, al ver la capilla puso cara de admiración y pidió bautizarse, ya que parece ser que ya tenía esa inquietud. Su padre me comentó: me estoy fijando en que, a pesar de tanto trabajo como tienes, no pierdes la sonrisa: eres una persona creyente ¿verdad?: es que mi mujer querría hablar contigo…
En los contratiempos o dificultades acudo a la intercesión de san Josemaría. Por ejemplo, en una ocasión tenía treinta comensales en el comedor. Cuando me disponía a preparar las fuentes me encontré con que no abría la puerta del armario donde las guardo. Tras varios intentos inútiles, mientras yo llamaba al carpintero, la mujer que trabaja conmigo se acercó a la capilla y le pidió a san Josemaría que nos echase una mano. El carpintero dijo que no podía venir hasta el día siguiente… volví a intentar abrir el armario y… se abrió.

También procuro ofrecer buenos libros, que tengo en el salón principal, para que la gente encuentre lecturas interesantes. Es un momento de parar un poco, de pensar…y algunos libros lo facilitan: Un seminarista en las SS; Roma dulce hogar; Dios existe, yo me lo encontré; biografías, de la madre Teresa de Calcuta y la de Alexia, por citar vidas ejemplares de nuestro tiempo. Por supuesto que tengo también novelas y poco a poco iré organizando mi biblioteca para que pueda contribuir al descanso y a la formación cultural y humana de los que vienen por aquí.
Aunque nuestro espacio se reduce prácticamente a la cocina, ahora tengo más vida familiar que cuando trabajaba en la tienda de la que salía muy tarde y nos veíamos muy poco… y ahora estoy siempre en casa.
Estoy segura que este año santo, el Apóstol Santiago nos ayudará a sacar adelante muchos planes que nos traemos entre manos…

Articulo sacado de www.opusdei.org

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